Jesús Antonio Durango había vivido más de 40 años en
Saiza, pero la maleza no le dejó reconocer su rancho
al volver de un desplazamiento de casi cinco años.
"Cuando llegó, no sabía para dónde quedaba la casa,
todo estaba lleno de monte y bejuco.
Se paró en una esquina de la iglesia y ahí se
guió", cuenta María Margarita Giraldo, al recordar
la primera vez que su esposo volvió al pueblo, del
que salió en 1999, después de una incursión de las
autodefensas.
La pareja de campesinos se convirtió en la
pionera de otras 537 familias que, poco a poco, han
ido retornando a la región, violentada por las Auc
en su afán por expulsar a la guerrilla del Nudo de
Paramillo, en las estribaciones de la Serranía de
Abibe, en límites entre Antioquia y Córdoba.
"Al mes de haber venido, trajimos a los perros
para que hicieran bulla, porque aquí no se oía ni
cantar un gallo", recuerda María, una mujer menuda,
de 42 años, "nacida y criada" en este corregimiento
de
Tierralta (Córdoba),
rodeado de cerros tupidos de verde, al que se llega
más fácil por Carepa.
Tierra de riquezas
La desolación que encontraron los esposos, en
febrero del año pasado, era inconcebible hace un
lustro.
Saiza, fundada en la década de los 40, con sus
115 casas en el casco urbano, y sus 49 veredas, era
una región de la que cada ocho días salían hasta 500
marranos y 250 reses a la feria de Piedras Blancas,
en Carepa.
Los camiones salían cargados de maíz, arroz y
yuca y los fines de semana se llenaban las ocho
cantinas y las tres iglesias (la Católica y dos
evangélicas) con la gente de las veredas.
La tarde del 14 de julio de 1999, días antes de
que los esposos huyeran del pueblo, las autodefensas
llegaron a Saiza, quemaron casas, locales y motores
fuera de borda. Antes de irse, reunieron a la gente
en la placa deportiva, escogieron a 11 personas, en
su mayoría comerciantes, y les dispararon con
fusiles.
Al salir, dejaron casi medio pueblo ardiendo y a
la gente con tanto miedo, que debieron llegar
vecinos de las veredas a recoger y enterrar los
muertos que quedaron tirados en la cancha. Y quienes
empezaron a salir espantados, se encontraron que en
la vereda El Cerro, en la carretera a Carepa, había
otros dos muertos, uno de ellos degollado.
"Unos nos fuimos a Carepa, otros salieron para
Tierralta, Urrao y hasta a Santa Marta llegó gente
de Saiza", comenta Javier Morales, el presidente de
la Junta de Acción Comunal de Saiza. Él fue de los
pocos que se quedó luego de la matanza, pero a los
cinco meses el grupo armado regresó y no mató a
nadie, pero advirtió que no quería un alma
viviendo en los alrededores.
Fueron días en los que algunos propietarios de
finca de Carepa echaron a sus jornaleros
desplazamiento, solo por la comida.
"Había noches en que dormía en un andén en Turbo.
Me acabé de tanto pensar en esta tierra, que queda
lejos, pero es bendita. Es que uno le saca dos
cosechas de maíz al año", se lamenta Adán Quiroz,
nacido hace 56 años en Frontino y que se enamoró de
la región, cuando llegó en 1977.
Fue de los primeros que dejó su negocio de
víveres y cacharros y que ahora intenta recuperar
clientela y vecinos. Otros comerciantes incluso
abandonaron el pueblo antes de la masacre, pero
asfixiados por las vacunas de las Farc.
Lento retorno
La guerrilla hostigó el pueblo dos veces,
la última en 1988, cuando atacó el comando de
Policía y saqueó el comercio.
María y su esposo huyeron a Medellín durante
cuatro años y cuando oyeron que había campesinos
que, a pesar de la presencia de las autodefensas,
entraban y salían de manera esporádica a las
parcelas, se atrevieron a ir más allá y llegaron a
vivir, de nuevo, al pueblo.
Aunque para esos días unos 40 saiceños se habían
puesto de acuerdo para ir varios días a desmontar
algunas viviendas y la zona de la placa
polideportiva, el ataque de las Farc a una base de
las Auc en El Cerro, en la vía a Saiza, volvió a
atemorizar a los desplazados.
Quitaron la maleza, pero se encontraron que
durante ese tiempo el centro de salud, la planta de
ACPM y las casas que no fueron quemadas
estaban saqueadas.
"En enero de este año ya había unas cuantas
familias viviendo acá y en una reunión en la Red de
Solidaridad (en Carepa) se coordinó mejor el
retorno", dice Adán.
Y para el pasado 14 de julio, cinco años exactos
después de la tragedia, para cuando Jesús y María no
eran los únicos habitantes, sino que tenían de
compañía a otras 44 familias en el casco urbano del
corregimiento y a otras cerca de 500 en las veredas,
se organizó una fiesta para oficializar algo así
como la segunda fundación del pueblo de Saiza.
Fiesta y esperanzas
"Se mataron seis cerdos y una vaca y la comida no
alcanzó para todos los que vinieron a la fiesta...
Algunos creían que la carretera todavía llegaba
hasta aquí", cuenta Javier, el presidente de la JAC,
sobre la sorpresa que se llevaron muchos al
enterarse de que para ir a Saiza hay que caminar
tres horas por una trocha, dañada por el paso de las
mulas y el invierno, y tapada por el monte que
creció desde 1999.
Ese miércoles le abrieron espacio a la rumba,
luego de una multitudinaria misa, y a los
compromisos de la Red de Solidaridad y la Alcaldía
de Tierralta. El líder sabe que es difícil que a la
región vuelvan del todo las más de 1.000 familias
que allí vivían antes del éxodo, pero confía en que
el Gobierno apoye y los grupos armados respeten a
los más de 2,500 campesinos que con ganas de
trabajar, regresaron a sus tierras.
María también tiene esa esperanza y, ahora, es un
jardín y no monte lo que hay frente a su casa en
Saiza.
Los perros que llevó para que hicieran bulla ya
les ladran a los vecinos y cada mañana a ella y a su
marido los despierta el canto de varios gallos.
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¡Se un atalaya!
¿Qué es atalaya? Es el que vigila el mal y avisa cuando lo ve. Así
ya dijo el Señor en Ezequiel 33:6 que si por culpa del Atalaya, que
no avisa y ocurre el mal, Dios demandará su sangre. Satanás, que es padre
de toda mentira, que vino a matar, robar y destruir, amedrenta a los atalayas y
les dice "Sapos", delatores. ¡Que el Señor lo reprenda! ¡SE ATALAYA Y
AVISA DEL MAL! |
Compromisos de la Red frente al retorno
La rehabilitación de la vía El Cerro-Saiza, la reparación del puente
sobre el río Verde -que comunica con la vereda Panico-, la
reconstrucción del centro de salud y la terminación de la escuela, son
las principales peticiones de los campesinos que retornaron a esta zona
del Nudo de Paramillo.
Francisco Macías, delegado de la Red de Solidaridad de Córdoba, dijo
que el compromiso es entregar 178 mil raciones alimentarías. La mitad se
llevó el 25 y 26 de junio. El resto y otras 45 mil raciones más se
entregarán en 15 días.
"Están los recursos para la reconstrucción y dotación de escuelas en
Saiza y en las veredas El Cerro, El Llano y Buchegallo". La Alcaldía de
Carepa
y la Gobernación de
Antioquia aportarán maquinaria para rehabilitar el tramo El Cerro-El
Llano.
Córdoba pondrá la
gasolina. Pero de ahí hasta el corregimiento, aún no se definen los
recursos. Cuando la vía hasta Saiza existía, el viaje era en media hora
en carro desde El Cerro. Ahora queda a tres horas a pie o en bestia |
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