La Guajira es una de las más septentrionales de las penínsulas americanas,
situada entre el extremo nororiental de Colombia y el extremo noroccidental de
Venezuela.
Tiene una superficie cercana a los 25.000 km² extendiéndose desde la bahía de
Manaure, en el mar Caribe, hasta la ensenada de El Calabozo, en el golfo de
Venezuela. Políticamente su mayor parte pertenece al departamento colombiano de
La Guajira y una estrecha banda costera al sur pertenece al estado venezolano de
Zulia.
Hasta finales del siglo XIX estaba en disputa entre Venezuela y Colombia por su
soberanía,1 pero luego del laudo arbitral de 1881 gran parte de esta pasó a
Colombia, ratificándose posteriormente por el tratado limítrofe de 1941.
Clima
Por su ubicación recibe el influjo desecante de los vientos Alisios del
hemisferio norte y conforma, junto con la costa noroccidental de Venezuela y las
Antillas el cinturón árido pericaribeño; al chocar contra la costa los Alisios
causan una
surgencia de las aguas litorales profundas que hace más productivo el mar a lo
largo de la costa occidental de La Guajira; la barrera que ejerce el flanco
nordeste de la Sierra Nevada de Santa Marta, genera lluvias abundantes en el
piedemonte. Como consecuencia de estos fenómenos, el clima y la vegetación de la
península son muy variados: desde las selvas hiperhúmedas a altitudes
intermedias en el piedemonte de la Sierra Nevada de Santa Marta, con
precipitaciones superiores a los 3.000 mm anuales, hasta los matorrales
semidesérticos costeros del nordeste, en donde las lluvias no superan los 300 mm
por año.
En medio de la planicie árida del nordeste se levanta Macuira, una pequeña
serranía de aproximada-mente 900 metros de altura que atrapa la escasa humedad
de los Alisios, tornándolos más secos y dando origen a un extenso bosque de
niebla, 250 km cuadrados del cual están protegidos como Parque nacional natural
Macuira.
Punta Gallinas - Cabo de la Vela
Alta Guajira, recorriendo el territorio Wayúu
Gastronomía de la Guajira
Ecosistemas y paisajes
Los bosques húmedos, tanto de Macuira como de la Sierra Nevada de Santa Marta,
más aquellos desarrollados en la planicie aluvial del río Ranchería que nace en
esta última y desemboca en Riohacha, contrastan con el paisaje árido, de
vegetación xérica, espinosa, de lento crecimiento que predomina en la mayoría de
la península.
Ésta disectada por innumerables arroyos torrenciales, efímeros, muchos de los
cuales poseen depósitos de agua, naturales o mejorados, denominados jagüeyes,
utilizados para consumo doméstico y abrevar ganados; la mayor humedad permite
que en su periferia prosperen parches de vegetación más exuberante, algo
semejante a lo que ocurre en los wadis africanos del Magreb, Sahel y Sahara y en
los del Asia menor, aunque este término no se emplea en Sudamérica.
Cerca de su desembocadura, los arroyos forman lagunas y marismas flanqueadas del
lado del mar por manglares y dispuestas en un cordón a lo largo de la costa
occidental de la península. La alta productividad y diversidad de especies de
peces, crustáceos, moluscos, etcétera, del conjunto
litoral-manglar-marisma-laguna, son hábitat además de gran cantidad de especies
de aves acuáticas tanto migratorias como residentes. Precisamente los abundantes
flamencos, Phoenicopterus
ruber, le dan nombre a 80 km cuadrados de área natural protegida: el Santuario
de fauna y flora los Flamencos.
Aprovechamiento de recursos
La Guajira y sectores análogos en el noroccidente de Venezuela han sido
habitados desde épocas precolombinas por aborígenes de la etnia wayúu, quienes,
a diferencia de muchos otros grupos indígenas en Sudamérica, resistieron la
conquista y dominación europeas y han logrado mantener su lengua y muchas de sus
costumbres y manifestaciones culturales, aunque igualmente se han apropiado e
internalizado muchas prácticas europeas. La más importante de estas es la cría y
aprovechamiento de ovejas, cabras y caballos, los que han transformado
irreversiblemente el paisaje guajiro mediante su dieta selectiva y han
desplazado a los herbívoros nativos (venados, dantas, entre otros).
El sudoeste de la península provincia de Padilla ha sido asiento desde la
colonia de una población blanca y mestiza, más afín con la cultura europea;
aprovecha los suelos ricos y el clima más mésico de la planicie aluvial del
Ranchería con agricultura extensiva (arroz, ajonjolí, algodón…) y ganado vacuno,
este sistema de produccióin se extiende hacia el sur y occidente, por los valles
del río Ariguaní y del Cesar hasta la ribera del río Magdalena.
La explotación industrial a gran escala desde el decenio de 1980 de extensos
yacimientos de carbón en la tierra firme y de gas natural y petróleo en la zona
litoral, han atraído población de otras regiones del caribe colombiano y del
interior del país. Este crecimiento indudablemente ha dejado huellas profundas
no solo en el paisaje sino también en la cultura.